Una plaza pública. Al centro, el palacio del patriarca. A la derecha, un claustro de religiosas. A la izquierda, un bosque. Unos burgueses pasean por la plaza. Tancredo (Adán) hace su entrada a la cabeza de una tropa de Cruzados que vuelven de Tierra Santa, banderas al viento y tambores sonando. Lucifer acompaña a Adán como escudero. Es el atardecer, luego la noche.
1. BURGUÉS
¡Más bárbaros! ¡Huyamos!
¡Atranquemos nuestras puertas!
Esos saqueadores van a posesionarse
de todo y todo devastarlo
2.° BURGUÉS
¡Alejemos a nuestras mujeres!
Esta raza de salvajes nada ignora
de los placeres del serallo
1. BURGUÉS
¡Y nuestras señoras los derechos del vencedor!
ADÁN
¿Por qué así huís ante nosotros?
¿No veis sobre nuestro pecho
este signo sagrado que nos une a vosotros
fraternalmente por la misma causa?
Al Asia hemos ido a llevar
nuestra santa fe, nuestra ley de amor,
a fin de que en esos lugares en que nuestro Salvador
nació, su gracia refulja
entre los millones de seres que la niegan.
¿No alentará el amor en vuestros corazones?
1. BURGUÉS
Con frecuencia nos han dicho esas cosas
y cada vez nuestras casas han ardido.
Los burgueses se dispersan.
ADÁN
¡He ahí el fruto sembrado por los bandidos
que, avanzando bajo la santa bandera,
al pueblo engañan y cuyas posiciones adulan
cobardemente para hacerse sus amos!
Caballeros, amigos míos, debemos ser,
mientras el honor y la gloria de Dios,
el respeto de la mujer y el heroísmo
sean nuestra divisa y nuestra fe,
los guías del demonio llamado Pueblo,
y a ese demonio, debemos, sin fallar,
amarrar corto y hacer que cumpla
nobles cosas, aunque sea contra él.
LUCIFER
¡Bien hablado! ¿Mas qué harás, Tancredo,
si se niega por más tiempo a seguirte?
ADÁN
Donde está el Espíritu se encuentra la victoria:
¡Constreñiré al demonio si rechina!
LUCIFER
¿Y si el Espíritu estuviera de su parte?
¿Para reunirte con él, llegarías a humillarte?
ADÁN
¿Por qué me humillaría? Lo noble consistiría
más bien en elevarlo hacia mí.
Huir del peligro por falta de compañero
es una cobardía
Pero el egoísmo
no es mejor, pienso, cuando consiste
en huir de un compañero para no tener
que con él compartir el premio.
LUCIFER
Mira como ha decaído la gran fe
por que antaño los mártires
morían en el circo
¿Es, pues, ésa
la emancipación de todos los hombres?
Linda cosa la Fraternidad
ADÁN
No te burles. No pienses que no poseo
el entendimiento de la santa doctrina,
ya que esta causa es la de mi vida.
Quien sienta en sí la chispa sagrada,
que venga a nosotros; será bienvenido;
de todo corazón le damos el espaldarazo
y lo hacemos caballero de nuestra orden.
Mas, de esta orden, es preciso que los tesoros
sean protegidos contra la avidez
del maligno caos que aún bulle.
¡Ah, cuando llegue el tiempo de la pureza!
Entonces las fortificaciones serán inútiles,
y la Redención se cumplirá.
Mas dudaría que un tal día llegue
si aquél que quiso salvarnos
no fuera el mísmo Dios. Amigos caballeros,
habéis podido ver qué bienvenida
nos reservaban en esta ciudad.
Henos aquí, de hecho, como abandonados
¡Pues bien, sea! Vamos a levantar nuestras tiendas
en ese bosque, como lo hacíamos entre los paganos.
Las cosas marcharán mejor más adelante, tal vez
Andando. Os alcanzo más tarde.
Cada uno de vosotros me responde de sus gentes.
Los Cruzados levantan sus tiendas.
LUCIFER
Una vez más es lástima ver
que tus bellas ideas den tales frutos:
en apariencia excelentes, mas podridos.
ADÁN
¡Cállate! ¿Así, pues, en nada noble crees?
LUCIFER
¿Eh, qué importa que yo crea, si los tuyos
tampoco creen? Esta Caballería
la has erigido como un faro entre las olas;
pero un día el faro tiembla y se apaga,
y luego se desmorona en el mar. Ahora
ya no es más que un nuevo arrecife;
más terrible para el viajero que aquellos
cuya existencia ningún fuego ha señalado.
Todo cuanto vive y ejerce alguna
feliz influencia, morirá. El Espíritu
se echa a volar, pero el cuerpo, infecta carroña,
sobrevive lo suficiente para aportar la peste
al mundo nuevo que crece en torno a él.
Es así como las grandezas del pasado
nos llegan de edad en edad
ADÁN
Mas si nuestra Orden ha podido, antes de desplomarse,
atraer al pueblo a sus santas doctrinas,
¡entonces puede sin peligro desaparecer!
LUCIFER
¿Las santas doctrinas? Ellas son,
precisamente, las causantes de vuestra desdicha.
Cuando un azar os hace encontrarlas,
las talláis, aguzáis, refináis y retorcéis
tanto que, para decirlo de una vez,
de ellas obtenéis esclavitud o locura.
Raza orgullosa, vuestra mente siempre busca
nociones exactas, aunque no puede soportarlas.
Empero, en ello os pasáis la vida
y os agotáis estérilmente.
Mira esta espada: añade o bien quítale
a su largura el espesor de un cabello,
¿en su naturaleza se ha producido un cambio?
Pues así es para toda cosa: ¿dónde se encuentra
su límite más preciso? Se ignora.
Mas si cambiara, se comprueba al punto,
con una sola ojeada
Bah, ¿para qué argumentar
más tiempo? Mira más bien
lo que en torno tuyo pasa
Algunos burgueses vuelven a la plaza.
ADÁN
Amigos, mis gentes están cansadas
y quisieran un refugio.
¿Podría serles negado
por el lugar más alto de la Cristiandad?
3. BURGUÉS
Antes quisiéramos saber
si no eres un hereje, que es tanto como decir
peor que los paganos
4.° BURGUÉS
Vamos, dinos cuál es tu fe:
¿es el Homousión o el Homoiusión?
ADÁN
¿Qué quiere decir?
No comprendo esa pregunta.
LUCIFER
¡Nada digas! ¡Esa es aquí la gran cuestión!
4.° BURGUÉS
¡Vacila! ¡Esto ya huele a herejía!
VARIOS
¡Alejémonos de esta gente! ¡Huyamos!
¡Encerrémonos! ¡Y maldito sea el hombre
que se atreva a abrirles su casa!
Los burgueses se dispersan. El patriarca sale de su palacio con gran pompa, seguido de acólitos en hábitos rutilantes y de un tropel de monjes que llevan a la hoguera a unos herejes encadenados. Los soldados encuadran a los prisioneros. Gente del pueblo cierra la marcha.
ADÁN
Todo esto me confunde
¿Quién es ese príncipe
que viene a nuestro encuentro, soberbiamente,
con aparato tal?
LUCIFER
El Gran Pontífice.
Sí, es el actual sucesor de los apóstoles.
ADÁN
¿Y esa turba descalza que escolta a los cautivos,
esos mendicantes que ocultan su malingo júbilo
bajo una falsa humildad?
LUCIFER
Son monjes, cristiano-cínicos
ADÁN
En las montañas en que nací
jamás vi nada semejante.
LUCIFER
Eso llegará, tenlo por seguro. Te consta
que la lepra, lentamente, se propaga
Pero cuídate de ofender a esa gente.
Su virtud es tan perfecta, lo estás viendo,
que no son más que intolerancia
ADÁN
Ah, caramba,
¿qué virtudes puede poseer esa ralea?
LUCIFER
La mortificación, el sufrimiento
y el total olvido de sí, cuyo ejemplo
dado les fue en la Cruz por tu Señor.
ADÁN
¡Mas con ello redimía al mundo!
Y ahí tan sólo veo blasfemadores
que desprecian a Dios, sus celestiales favores.
Pretender combatir a una mosquita
con la jabalina que el héroe enarbola
para enfrentar a un oso, ¡es estar loco!
LUCIFER
¿Y si es que ven a la mosquita como un oso?
¡Después de todo es su perfecto derecho!
E igualmente, tomándose por héroes, enviar
al infierno a los que disfrutan la vida.
ADÁN
Como Santo Tomás, veo, y no puedo creer
Mirar voy cara a cara estas quimeras.
(Camina hacia el Patriarca.)
Somos, Padre mío, guerreros del Santo Sepulcro.
Agotados, molidos por nuestro largo viaje,
querríamos descansar un poco,
pero el pueblo de esta gran ciudad
nos niega un refugio. Si así lo quieres,
socórrenos, tú que tan poderoso eres.
EL PATRIARCA
No dispongo de tiempo para esas bagatelas.
La gloria de Dios, la salvación del pueblo,
son por el momento, hijo mío, mis únicos desvelos.
Tengo que juzgar a esos perros heréticos.
Es como un tósigo, una mala hierba
el fuego y el hierro no acaban con ellos:
no bien destruidos, el infierno los reemplaza.
Si vosotros sois, como tú dices,
ardientes protectores de la Santa Cruz,
¿por qué vais a buscar allende al Infiel?
¡El peor enemigo está aquí mismo!
¡Marchad contra él! ¡Saquead sus bienes!
¡Quemad su casa! ¡Degollad a los suyos!
¡Viejo, mujer, niño, no eximáis a nadie!
ADÁN
¿Puedes desear la muerte del inocente?
EL PATRIARCA
¿Inocente? La serpiente que acaba de nacer
y la que ha perdido su veneno
también son inocentes
¿Mas dime,
por esa razón las salvas?
ADÁN
¿Tan horribles deben ser los pecados
que esas gentes han cometido,
para que la Iglesia de Amor
esté animada contra ellas de tal ira?
EL PATRIARCA
Escucha, hijo mío: La finalidad del amor
no es la de halagar en este bajo mundo al cuerpo.
Esa finalidad es la de restituir
- en caso de necesidad por el hierro y el fuego -
sin flaqueza el alma al que antaño declaró:
Yo traigo la espada, no la paz a la tierra.
Esos malos creyentes, sobre el santo misterio
de la Trinidad, han tomado por doctrina
al Homoiusión, en tanto que la Iglesia
tiene al Homousión por artículo de fe.
LOS MONJES
¡Mueran! ¡La hoguera está encendida!
ADÁN (a los herejes)
¡Amigos míos, renunciad por favor
a esa letra í!
Si queréis sacrificar vuestra vida,
más noble será hacerlo
combatiendo contra los infieles
para rescatar la tumba del Señor.
UN VIEJO HEREJE
¡Satán, en vano nos tientas!
¡Atrás! ¡Derramaremos nuestra sangre
por la verdadera fe, que es la nuestra,
allí mismo donde Dios quiera
que sea derramada!
UN MONJE
¡Insolente eres, pues pretendes
poseer la verdadera fe!
EL VIEJO HEREJE
El Concilio de Rímini y otros
nos han dado la razón.
EL MONJE
¡Estaban errados!
En Nicea y en otros muchos concilios
donde alentó la divina palabra,
¡decidieron la cuestión a favor nuestro!
EL VIEJO HEREJE
¡Apóstatas, que osáis contradecirnos!
¿Tenéis un solo Padre de la Iglesia
igual a los dos Eusebio, a Arrio?
EL MONJE
¿Y vosotros? ¿Tenéis un solo Atanasio?
EL VIEJO HEREJE
¿Tenéis mártires?
EL MONJE
¡Sí, más que vosotros!
EL VIEJO HEREJE
Los bellos mártires que el Diablo
engañó con falsas visiones
hasta hacerles elegir la muerte
y las llamas del Infierno
En verdad os digo: ¡sois
la Gran Babilonia! ¡Sí, esa infame
meretriz de la que San Juan proclamó
de la tierra su desaparición!
EL MONJE
¿Y vosotros, quiénes sois?
¡La hidra de las siete cabezas!
¡Sois el Anticristo de que habla San Juan!
¡Infames! ¡Mendaces! ¡Abortos del infierno!
EL VIEJO HEREJE
¡Bandidos! ¡Serpientes! ¡Glotones! ¡Fornicadores!
EL PATRIARCA
¡Basta! Que los lleven a la hoguera
y que allí ardan para gloria del Señor.
EL VIEJO HEREJE
¡Sí, perverso, para gloria de Dios!
¡Para eso la víctíma perece!
Sois fuertes; ¡obrad a vuestro antojo!
Mas el Cielo juzgará vuestros actos.
Ya están contados los instantes
de vuestros crímenes.
De nuestra sangre nacerán otras cohortes.
La Santa Idea nos sobrevivirá, más fuerte.
Y la luz de esa hoguera brillará
a lo largo de los siglos venideros
¡Vamos,
hermanos, marchemos hacia la muerte gloriosa!
LOS HEREJES (cantan a coro)
Dios mío, Dios mío, mírame.
¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mí?
¿Por qué no vienes a ayudarme?
¿Por qué no oyes mis quejas?
De día, Dios mío, clamo por ti,
de noche, descanso no me doy;
mas tú nunca me respondes.
Y sin embargo, tú eres el Santo
(Salmo XXII, v. I, etc.)
LOS MONJES (acallan la voz de los herejes cantando a su vez a coro)
¡Señor, Señor, toma por mí partido,
confunde a los que me querellan
y combate a los que me combaten!
Reviste tu escudo, blande tu lanza
¡y ven a socorrerme!
Cierra el paso, oh Señor,
a los que quieren atraparme
(Salmo XXXV v. I, etc.)
El Patriarca, su séquito y el cortejo se alejan. Monjes con hojas (escritas) se mezclan con los Cruzados.
LUCIFER
¡Desconcertado estás! ¡Tiemblas!
No veas tragedias en esas cosas,
sino más bien lo que tienen de cómicas
¡y eso te hará reír!
ADÁN
¡Ah! ¿de veras se puede elegir resueltamente
la muerte por una letra de más o de menos?
Si se puede, ¿qué es lo sublime y qué lo grandioso?
LUCIFER
¡Tal vez lo que sólo es ridículo para otros!
Una nimiedad es la diferencia
Basta
con una voz surgida del corazón para juzgar
una noción y la otra, y elegir
A ese juez misterioso se le llama simpatía.
A su antojo, diviniza o bien ridiculiza.
ADÁN
¡Ah! ¿por qué han tenido mis ojos que ver
todas estas cosas,
esos crímenes vanos, esas querellas fútiles,
esas mezquinas tretas de una orgullosa causa
y ese veneno que extrae un arte sutil
de la más pura y suave de las flores?
Esa flor, la conocí antaño,
cuando ornaba con su vivo esplendor
la cuna amenazada de nuestra fe
¿Quién la maculó? ¿Qué mano criminal?
LUCIFER
No hay más que un criminal: el triunfo.
Desune a los vencedores
creando mil intereses concurrentes.
Ella, la derrota, junta a los mártires,
Es en ella misma donde la herejía
toma su fuerza.
ADÁN
Sin pesar arrojaría mi espada
para volver a mi patria nórdica
- donde, en el espeso silencio de las selvas,
el honor viril, la rectitud del corazón
reinan aún y desafían el veneno
de esta época chata e hipócrita -
si ignorase la voz interior
que me alienta a reformar el mundo.
LUCIFER
¿De qué serviría? Jamás podrás hacer
que el individuo prevalezca sobre la época.
No es más que un nadador perdido
en esa marejada que todo se lo lleva o sumerge
a su antojo.
El hombre puede seguir el curso de su ticmpo,
mas no puede encauzarlo.
¿A quiénes da la historia el nombre de grandes?
A aquéllos que más que crear nuevas ideas
supieron comprender su siglo.
No es el gallo quien hace que el día se levante:
¡es él quien canta cuando el día se levanta!
Esos mártires que acabas de ver pasar,
encadenados, abrumados de escarnios,
pero felices de marchar a la hoguera,
se adelantan sólo un paso a su generación.
Ha germinado en ellos el futuro. Pero la idea
por la cual van a morir, sábelo,
los que vengan tras ellos la emplearán
sin pensar, lo mismo que respiran
Mas ya hemos hablado mucho sobre esto.
Mira más bien lo que pasa en tu campamento
¿Qué hacen allí monjes mugrientos? ¿Qué tráfico
le proponen a tus hombres?
¿Por qué pritan y se agitan de ese modo?
Ven, escuchémosles.
UN MONJE (en medio de los Cruzados, que se apretujan en torno a él)
Heroicos guerreros,
comprad, comprad nuestra doctrina
de la Penitencia. Ella aclarará
todas las dudas que podáis tener;
os dirá cuantos años pasará en el infierno
el asesino, el que ha perjurado, blasfemado,
el fornicador y el sacrílego.
También os dirá que, por veinte sueldos se puede,
si se es rico, cancelar un año de expiación;
por tres tan sólo, si se es pobre,
y por unos cuantos miles de vergajazos
si en verdad no se tiene nada con que pagar.
¡Compradnos este libro precioso!
LOS CRUZADOS
Dadme uno, padre mío
¡A nosotros también!
ADÁN
¡Ah, viles mercaderes! ¡Y clientes aún peores!
¡Coge tu espada! ¡Dispersa esta feria!
LUCIFER (molesto)
Perdóname, pero ese viejo monje
antaño mi compadre fue
Y además, a mí,
después de todo, ese mundo no me disgusta
¡Si a Dios tiene en gran honor, me es útil
por el mismo motivo! En este asunto
eres tú el que está un tanto en desventaja
Isaura (es Eva) y su acompañante, Helena, irrumpen en la plaza gritando. Son perseguidas por varios Cruzados que dejan de perseguirlas y desaparecen cuando ven que buscan protección junto a Adán.
EVA (desmayándose de espanto)
¡Sálvame, caballero!
ADÁN (sosteniéndola)
Serénate, noble dama
Aquí nada tienes que temer.
Ah, déjame contemplar tus bellos ojos:
qué fuego turbador: ¿Qué ha pasado?
Helena contesta por Eva, que sigue desmayada.
HELENA
Tomábamos el fresco bajo las verdes frondas
y en paz admirábamos la naturaleza
El ruiseñor cantaba entre el follaje
y nuestra voz a la suya mezclábamos.
De súbito vimos, en un breñal,
brillar dos ojos llenos de salvaje deseo.
Entonces, aterradas, emprendimos la fuga
con cuatro de tus guerreros pisándonos los talones
¡Era algo terrible! Iban a darnos alcance
Pero pudimos correr hasta encontrarte.
ADÁN
Ah, no sé si debo desear que despierte
En ese caso siento un gran miedo,
lo mismo que un sueño se me escapará
¿Puede, en rigor, un cuerpo mortal
estar a tal punto espiritualizado?
LUCIFER
¿Cuerpo espiritualizado?
¡Ah, ciertamente, el destino
no podría castigar mejor a los amantes
por su locura, que prodigando
en el objeto de su amor todos los dones
maravillosos con que su deseo los adorna!
ADÁN (a Eva)
Me parece que ya te conocí en otros tiempos
Sí, me parece que tú y yo hemos estado juntos
ante el trono de Dios.
LUCIFER
Por favor
No olvides que si el amor,
cuando son dos tiene su encanto, apenas
en verdad tiene sabor para un tercero
ADÁN
Vuelve en sí
Sonríe
¡Oh, Cielo, bendito seas!
EVA
¡Tú me salvaste! No sabría, Caballero,
cómo mostrarte mi agradecimiento.
ADÁN
Esas palabras tuyas serán mi recompensa.
No podría tener una más grande.
LUCIFER (a Helena)
¡Flaca recompensa!
¿Mas puedo pedir otro tanto?
HELENA
¿Y qué tengo yo que agradecerte?
LUCIFER
¿Pretendes que ese noble caballero
te prestó algún socorro? ¡Vanidosa!
¡Si salvó a la señora, de seguro
fue el escudero quien salvó a
la acompañante!
HELENA
¿Qué gané en todo esto? Sigo en el mismo peligro
que antes si te doy una prenda de mi reconocimiento.
¡Y, si me muestro ingrata contigo, me maldecirás!
Y además, esos calaveras no estaban tan mal
ADÁN
Mi gentil dama, ¿adónde debo conducirte?
EVA
He ahí, ante nosotros, la entrada del convento.
ADÁN
¿Cómo? ¿El convento? ¿Esas puertas van a cerrarse
para siempre sobre mi esperanza?
Oh, dame algo tuyo, una prenda, un signo,
para atarlo
a la cruz que estás viendo,
para que en todo combate a que ésta me llame
tenga ya ante mis ojos la imagen de mi sueño
y para que pueda a través de los años,
que lejos de ti habré de pasar,
sin lasitud alcanzar el alto premio
que por fin vendrá a recompensarme.
EVA
Toma esta cinta.
ADÁN
¡Cómo! ¿esta cinta más oscura que la
más oscura noche? ¡Oh, dame la esperanza,
y no la aflicción!
EVA
Tómala. Ésa es mi prenda
y otra no puedo darte
Ay, la esperanza
no florece a la sombra del convento.
ADÁN
Tampoco el amor. Mas donde está mi dama,
¿cómo podría estar ausente el amor?
Por lo demás, tu atavío me hace pensar
que aún no eres una religiosa.
EVA
Oh, caballero, no agraves mi pena.
Sufro mucho viendo aumentar la tuya.
LUCIFER (a Helena)
¿También van a encerrarte esas paredes?
HELENA
Sí
¡pero la llave no ha sido arrojada
al océano!
LUCIFER
En cierto sentido, es una lástima.
¡Bello tema de elegía!
HELENA
¡Vete, embaucador!
LUCIFER
¿Por qué me dices tal?
¿No sería una magnífica hazaña
ir en busca de una llave perdida en el mar?
HELENA
¡Tanto no te pido!
LUCIFER
¡Allá Voy! ¡Corro! ¡Me sumerjo!
¡Ya los monstruos afilan sus dientes
para devorarme!
HELENA
¡Vuelve! ¡Tiemblo de horror!
Es más sencillo: dejaré la llave en la ventana.
ADÁN (a Eva)
Si no puedo compartir tu trágico destino,
al menos dime tu nombre, a fin de que,
cuando implore al cielo, pueda pedirle al Señor
que te bendiga.
EVA
Me llamo Isaura. ¿Y tú, caballero?
A la monja mejor le cuadra orar
ADÁN
Tancredo.
EVA
¡Que Dios te proteja, Tancredo!
ADÁN
¡Isaura! ¡No me dejes todavía!
Quédate, Isaura, o maldeciré ese nombre
que sólo me habrás dicho cuando
de mí te despedías. Brevísimos fueron
esos instantes, incluso para un sueño
En lo sucesivo, ese sueño, ¿cómo podría yo
prolongarlo en mí, si no puedo
con el precioso hilo de tu sino
terminar la dulce bordadura?
EVA
Pues bien, he aquí mi historia: mi padre
era, tanto como tú, un caballero
del Santo Sepulcro. Una noche los paganos
asaltaron su campamento, lo saquearon
a sangre y fuego. Entonces mi padre,
cuando todo parecía perdido, hizo el juramento
de dedicarme, si la vida salvaba,
a la Virgen María
¡Y fue salvado!
Era una niña cuando eso sucedió,
mas juré cumplir su promesa.
ADÁN
Santa Madre de Dios, tú que encarnas
el amor puro ¿no te ruborizaste
al escuchar ese sacrílego juramento
que mancilla tus virtudes con el sello del crimen
y transforma en maldición
lo que era una gracia celestial?
HELENA (a Lucifer)
¿Y te diré yo también mi historia?
LUCIFER
Ya la conozco
Amaste,
te engañaste. Volviste a amar
y, esa vez, fuiste tú quien engañó
De nuevo amaste, pero entonces
te cansaste de tu nuevo héroe.
Hoy tu corazón está vacío; espera
otro amor, un nuevo habitante
HELENA
¡Debes tener al Diablo por compadre!
¿Mas serías modesto al extremo de creer
que mi corazón está vacío
en este mismo instante?
LUCIFER (a Adán)
Señor, date prisa
No acabas de despedirte,
y yo, que no puedo frenar mi victoria
ADÁN
¡Isaura, ten piedad!
Cada una de tus palabras me traspasa el corazón
Con un beso puedes calmar mi dolor.
EVA
¡Sabes qué voto hice! Es imposible.
ADÁN
¡Pero yo sí puedo, tengo derecho a amarte!
EVA
Feliz eres
¿Cómo olvidarte podría?
¡Ah, desfallezco! ¡Adiós, Trancredo! ¡Adiós!
Un día nos reuniremos en el Cielo.
ADÁN
¡Adiós! ¡Adiós! Jamás se borrará de mi mente
el recuerdo de este día.
Eva entra en el convento.
HELENA (a Lucifer)
¡Haragán!
¡He de ser yo quien por todo vele!
La llave estará en la ventana, te dije,
no en el mar
(Entra también en el convento.)
ADÁN (saliendo de su ensimismamiento)
Vámonos
LUCIFER
Demasiado tarde:
tal es el final de la historia
¡Ah, Tancredo,
mira qué insensata raza es la tuya!
Un día la mujer es para vosotros tan sólo
objeto de bajos apetitos. Ese día
con vuestros gruesos y brutales dedos,
mancilláís su sutil poesía;
¡agotáis la más adorable flor de amor!
Luego, como un dios, de buenas a primeras
otro día en vuestros altares muy alta la ponéis
y vuestra sangre derramáis por ella
en vanos combates, en tanto que se mustia
inútilmente su estéril beso
¿Por qué no la tratáis como mujer?
¿Por qué no tenéis la justa idea
y el respeto de su condición?
Ha caído la noche. Sale la luna. Isaura y Helena se asoman a una ventana del convento.
EVA
¡Cómo brillaba el deseo en sus ojos!
¡Cómo temblaba ante mí ese héroe!
Mi fe jurada y mi virtud me obligan,
y hasta el final me sacrificaré.
HELENA
¡Qué gran locura nuestro sexo sufre!
Si de los prejuicios quiera apartarse
la mujer, incontinenti se entrega al placer
más desenfrenadamente que una fiera,
despoja su frente de toda dignidad
y, menospreciada, se revuelca en el fango.
Inversamente, si sigue las normas,
se asusta de su sombra, deja que sus encantos
se marchiten, se priva de las voluptuosidades
y a los demás priva.
¡Por qué no elige ella el justo medio!
¿Qué mal hay en gozar en ocasiones de la vida?
¡Puesto que, en fin, la mujer
es todo lo contrario de un espíritu puro!
EVA
Oye, Helena. ¿Aún está él aquí?
¿Tan tranquilamente hubiera podido partir?
¡Cómo me gustaría de nuevo oír su voz!
ADÁN (a Lucifer)
¿No se asomará a su ventana
para darme la limosna de una mirada?
¡Ah, que una vez más se me aparezca
su admirable cuerpo! ¡Perdóname
si no puedo alejarme, cara Isaura!
EVA
Más valdría para ti y para mí, Tancredo,
que te hubieses ido. Cuando dos almas
violentamente se arrancan una de otra,
su desgarradura muy pronto cicatriza.
Pero si de nuevo unidas se separan,
entonces su dolor es incurable.
ADÁN
Cuando tan sólo a nosotros
el amor prohibido está,
¿no temes escrutar esta noche
maravillosa y apacible, y que palpita
como un inmenso corazón de amor henchido?
¿No temes que su encanto te embruje?
EVA
Ah, todo esto me hace el efecto de un sueño
bajado del cielo para acompañarnos.
Un dulcísimo canto, sobre las ondas del aire
boga y me seduce, y veo, bajo los ramajes,
a mil genios sonreír tiernamente
cambiando fraternales besos.
Ay, Tancredo, no son para nosotros
esas divinas risas ni esos besos seductores.
ADÁN
¡Ah, por qué ese muro cruel! Yo, que tomé por asalto
tantas ciudades, ¿no podría escalar esta fortaleza?
LUCIFER
No, no podrás.
Ya que guardada está por
el espíritu de la época,
un espíritu más fuerte que tú.
ADÁN
Ah, ¿quién dijo tal?
A lo lejos arde una hoguera. Se eleva el canto de un coro.
CORO DE LOS HEREJES
¡De la espada a mi alma libra y mi vida de los dientes de los perros!
¡Sálvame de fieros leones y de sanguinarios unicornios!
A mis hermanos diré tu nombre, te alabaré entre los míos.
(Salmo XXII, v. 21-23)
EVA
¡Señor, perdona a las almas pecadoras!
ADÁN (horrorizado)
¡Qué lúgubre canto!
LUCIFER
Es el canto de vuestras bodas
ADÁN
No me da miedo. Querido amor mío,
por ti desafiaré todos los peligros.
LOS MONJES (a coro)
¡Baldón! ¡Oprobio para los que osan contra mi ley rebelarse!
¡Alegría y felicidad para quienes sienten placer por mi causa y dicen: alabado sea el Señor que a sus servidores protege!
(Salmo XXXV, v. 26-27)
Adám, que caminaba hacia el convento, se detiene. Un buho chilla en la torre. Los aires se pueblan de brujas. Un esqueleto se yergue delante de la puerta del convento y le cierra el acceso a Adán.
EVA
¡Señor, socórreme!
(Cierra bruscamente la ventana.)
EL ESQUELETO (a Adán)
¡Vete de aquí!
¡Este umbral es sagrado!
ADÁN
¿Quién eres, fantasma?
EL ESQUELETO
La que siempre encontrarás
en cada beso que le des
LAS BRUJAS (riendo a carcajadas)
¡Dulces simientes dan
con frecuencia frutos muy agrios!
¡Y vese a la paloma
una serpiente echar al mundo!
Isaura, te estamos llamando.
ADÁN
¡Abominación! ¿Sois vos quien ha cambiado
o he sido yo?
Sonreíais cuando os conocí
¿Sueño o realidad? Ya no lo sé
Vuestras magias mi brazo paralizan
LUCIFER
¡Ah, de veras que me encuentro - por azar -
en amable compañía! Aguardaba
tal felicidad desde hace mucho tiempo.
¡Contemplad el amable coro de brujas!
¡Mirad hasta qué punto su pompa decorosa
supera el impudor de las desnudas ninfas!
¡Salud a vosotras! ¡A ti también, salud,
oh muerte, mi vieja amiga, que haces una
caricatura
de la virtud para que los hijos de la tierra
le tomen ojeriza! Ah, siento
no poder parlotear contigo toda la noche,
pero contado tengo el tiempo
Las visiones desaparecen.
¡En camino, Tancredo! Tu bienamada
cerró su ventana. Marchémonos
¿Qué hacer aquí en la negrura de la noche?
El viento es helado. ¡Ten cuidado con la gota!
Y además Helena va a venir
¿Qué hacer?
¡El Diablo no va a perder su tiempo
jugando a los enamorados! ¿Se expondría
a ser por siempre cubierto de ridiculo
y malograr su poder? Es chistoso:
el hombre se consume de deseo; su ser todo
clama ardientemente por el amor
¡y empero lo que cosecha es dolor!
¡Por el contrario, el Diablo, de helado corazón,
las pasa negras para a tiempo huir
del amor que lo persigue!
ADÁN
¡Oh, Lucifer, llévame hacia otra existencia!
Las santas doctrinas por las cuales luché,
mal comprendidas, sólo han engendrado
desdicha y sufrimiento.
Por la gloria del Señor se mata a los hombres.
El hombre es muy poco para consumar mi sueño:
hubiese querido que nuestros placeres se elevasen:
pero el hombre les impuso
el horrible sello del pecado.
Y en cuanto a la espada de la Caballería,
que tan alto yo quería blandir,
en mi mismo corazón se sepulta.
Vámonos. ¡Busquemos un mundo nuevo!
Aquí hice la prueba de mi valor:
supe combatir y supe renunciar;
puedo dejar la batalla sin oprobio.
¡Se acabaron mis entusiasmos!
Que el mundo, si quiere, corra a su ocaso;
por mi parte renuncio a llevar el timón.
Aunque el mundo se hunda, lo veré
con ojo indiferente
Estoy extenuado,
y quiero descansar.
LUCIFER
¡Descansa! ¡Descansa!
Mas sin embargo, dudo que tu espíritu,
siempre en movimiento, te conceda el reposo.
¡Sígueme, Adán!