CUADRO DUODÉCIMO • EN UN FALANSTERIO

El patio de un falansterio construido en forma de herradura. Las alas del edificio son abiertas y están constituidas por tinglados, talleres, cuya techumbre descansa sobre pilares. En su ala derecha los obreros trabajan con la ayuda de diversas máquinas. En su ala izquierda un sabio se afana entre instrumentos científicos y colecciones de historia natural, de aparatos mecánicos, físicos, astronómicos, etc. Todos los falansterianos están uniformados. Adán y Lucifer surgen de la tierra en mitad del patio. Es pleno día.

ADÁN
¿Qué país es éste? ¿Y cuál este pueblo?

LUCIFER
¿País? ¿Pueblo? Son palabras obsoletas.
La noción de patria es mezquina;
no es más que un prejuicio,
engendrado por el egoísmo y las rivalidades.
Ahora la Patria es el universo.
En el que, para todos, trabaja el individuo.
Y, sobre este nuevo orden, la Ciencia
tiene el honor de velar.

ADÁN
¿Ah, será éste mi ideal al fin realizado?
¡Sí, todo eso es bueno! ¡Me lo dice el corazón!
Tan sólo una cosa añoro, y es la noción
de Patria. ¿Por qué no la han conservado?
Pues el hombre necesita limitar sus deseos.
Ante el infinito de horror se sobrecoge;
en la medida en que más grande se hace,
la intensidad de su fuerza decrece.
Está por el futuro, pero igualmente,
por todo lo que ha sido. Me temo que para
este mundo sin fronteras tenga menos fervor
que el que a la tumba de sus padres consagraba.
El que sangre por su familia vertería,
por un amigo tan sólo vierte lágrimas.

LUCIFER
¡Reniegas de tu ideal,
sin esperar a verlo cumplido de verdad!

ADÁN
¡Ni pensarlo!
Mas querría saber cuál es la idea
que ha permitido la unión de este mundo
tan vasto y tan diverso, y que dio
un noble propósito a su entusiasmo,
a ese fuego eterno del humano corazón
hasta el presente atizado por tonterías
y consumido en mezquinas luchas.
En fin, dime en qué lugar estamos,
luego llévame a algún sitio en que mi alma
pueda disfrutar del descanso que se merece
el hombre que ha luchado durante tanto tiempo.

LUCIFER
Esto es un falansterio. Bajo ese nombre
se designa el lugar donde viven juntos
los hombres de la nueva época.

ADÁN
Pues entremos.

LUCIFER
Un momento. Primero tenemos
que cambiar de apariencia.
¡Imagínate qué recibimiento podrían hacernos
los sabios en tanto seamos Adán y Lucifer!
¡Acabarían por destruirnos
o por meternos en un bocal!

ADÁN
No digas tonterías…

LUCIFER
¡Lo harían, te lo aseguro!
¿Olvidas que ese mundo es
el del Espiritu puro?

ADÁN
Haz como quieras… pero pronto.
Lucifer transforma a Adán y a sí mismo en falansterianos.

LUCIFER
Pónte este blusón… Y oculta bien tus rizos…

ADÁN
Hablémosle a ese sabio.

LUCIFER
Te saludo, Doctor.

EL SABIO
No vengan a importunarme
en mi Gran Obra.
No tengo tiempo para charlas.

LUCIFER
¡Ah, qué contratiempo!… Somos
dos catedráticos auxiliares
del falansterio Mil.
Atraídos por tu gran fama,
hemos hecho expresamente este viaje
para verte.

EL SABIO
¡Ah, admiro vuestro celo!
Puedo abandonar mi trabajo un momento…
si el grado de calor se mantiene
y si la materia sigue siendo dócil.

LUCIFER
No me engañé: tú que pasas
a la naturaleza y al hombre por una criba,
lo que te queda por sedimento final
es tu vanidad…

EL SABIO
Ya está. Ahora podemos distraernos un poco:
¿Mas por qué parte de la Ciencia
os interesáis?

ADÁN
En verdad, por ninguna en particular…
El conjunto, he ahí sobre lo que desearíamos
pareceres.

EL SABIO
¡Es un error!
¡Lo Grande está contenido en lo Pequeño!
Hay tantos asuntos a estudiar…
¡Y la vida es tan corta!

ADÁN
¡Es cierto! Y sé perfectamente
que no podría levantarse un monumento
sin la ayuda de los albañiles
y de los canteros. Pero esas gentes
no saben lo que ayudan a hacer.
El creador es el arquitecto,
que tal vez no sepa tallar la piedra
o preparar la mezcla, pero que concibe,
que abarca y que ordena el conjunto
lo mismo que un dios. Creo que en la Ciencia
también el arquitecto es el primero.

LUCIFER
¡Por eso hacia ti nos encaminamos, oh, Maestro!

EL SABIO
¡Con derecho y razón!
Y aprecio vuestra diligencia.
A decir verdad, todas las facetas
de la Ciencia son los múltiples aspectos
de un organismo único, cuyo examen
no ofrece interés si no se lo puede
contemplar en su totalidad…

LUCIFER
Es como con las mujeres…

EL SABIO
Empero, la química…

LUCIFER
… ¡He ahí el centro!
Es en ella donde reside el secreto de la vida.

EL SABIO
¡Tienes razón!

LUCIFER
Hablando un día de matemáticas,
un matemático dijo lo mismo
en mi presencia…

EL SABIO
La vanidad lleva a cada cual
a creer que es él el corazón
de todo lo que puede ver.

LUCIFER
¡Estás acertado, oh Gran Maestro,
en tomar a la química por objeto
de tus estudios!

EL SABIO
¡Sin duda alguna! Os voy a mostrar
nuestro museo. Es único en el mundo.
Allí tenemos, disecados con arte,
especímenes de todos los animales
que antaño vivieran en la tierra.
Entonces compartían con nuestros padres,
que sólo unos bárbaros eran
el dominio del universo.
De ellos se cuentan mil leyendas…
Por ejemplo, de éste se dice que fue
la locomotora de nuestros abuelos.

ADÁN
¡Es el caballo! Pero bien degenerado…
¡El árabe puro tenía otra prestancia!

EL SABIO
Y éste, según dicen, era el amigo del hombre.
De él recibía, sin trabajar, refugio y alimento.
Adivinaba los pensamientos de su amo
y acudía a su primer llamado.
De creer en lo que dicen las consejas,
habría tomado del hombre hasta sus defectos.
Por ejemplo, el sentido de la propiedad…
¡Al extremo de llegar a arriesgar su existencia
para proteger los bienes de su amigo!
Evidentemente, os digo todo esto
tal como fue escrito, guardándome mucho
de empeñar en ello mi fe… Pero antaño
tantas cosas extrañas han pasado
de las que nada queda, a no ser leyendas…

ADÁN
¡Es el perro! Lo que dices es cierto.

LUCIFER (a Adán)
No te fíes… O acabarás por traicionarte…

EL SABIO
Este otro que ves era, dicen,
el esclavo del hombre pobre.

ADÁN
¡Exactamente, como el pobre
era el buey del rico!

EL SABIO
Éste era el rey del desierto…

ADÁN
Sí, el león… También reconozco
al tigre y al corzo. Pero dime, Maestro:
¿qué animales subsisten en este mundo?

EL SABIO
¿En este mundo? Curiosa pregunta…
Sin duda has querido decir aquí…
Pues bien, los mismos que entre vosotros,
me imagino. Los que todavía pueden sernos
útiles, los que no ha podido reemplazar
la Ciencia: el puerco y el cordero.
Pero hemos mejorado la mediocre calidad
que la naturaleza había podido darles:
del primero hemos hecho, en su integridad
grasa viviente, y del segundo,
un bloque de lana y carne.
Como los alambiques, ambos sirven
a nuestros fines. Mas todo eso lo sabéis.
Pasemos a otra cosa. Aquí, los minerales:
ved ese enorme bloque de carbón.
En el pasado había tanto al estado natural
- ¡verdaderas moñtanas! -
que al hombre le bastaba con extender la mano
para cogerlo, y hoy la Ciencia
tiene que extraerle penosamente
de la atmósfera. Y esto es hierro.
Mientras existió hemos podido
eximirnos de buscar el aluminio.
Ah, aquí está el oro, cosa que brilla,
mas para nada sirve. Sin embargo, antes,
cuando el hombre alucinado,
por encima de sí mismo se imaginaba
unos pretendidos poderes,
colocaba al oro en el pináculo de éstos
y, tornándolo por dueño de su suerte,
lo adoraba, le hacía sacrificios…
Sí, por tener un pedazo de este oro,
pisoteaba el bienestar y el derecho,
incluso las cosas más santas.
Entonces podía comprar
no importa qué cosa, hasta pan…
¿No es esto increíble?

ADÁN
Eso lo sé. Hazme ver otra cosa…

EL SABIO
¡Ciertamente eres un sabio! Pues bien, mira
la flora primitiva. Aquí, la rosa,
y es la última que se haya abierto
en nuestra tierra. Una inutilidad
entre otras mil que cubrían el suelo
en él hubiérase podido hacer
brotar el trigo.
A estas antes las llamaban flores.
Los adultos de ellas hacían sus juguetes.
¡Tonta manía! Tanto amaban las flores
que su magín creaba nuevas flores:
la fe, la poesía… ¡Qué despilfarro!
¿No hubieran obrado mejor desenmarañando
el secreto de la vida? No, soñaban,
necesitaban sueños, imágenes…
Hemos conservado dos especímenes
de esas flores: uno es un largo poema;
data de la época en que el hombre, orgulloso,
trataba de darse importancia.
Su autor, un tal Homero, nos describe
llamándolo el Hades, un mundo extraño
y fantástico. Hace ya mucho rato
que se ha desmentido cada palabra
de esta historia…
El segundo espécimen: Agrícola,
es de Tácito. Allí pueden señalarse
todas las risibles divagaciones
que se tenían por verdades entonces.

ADÁN
¡Esas épocas heroicas han podido
trasmitirnos, pues, su testamento!
¿No puede éste inflamar a un corazón
todavía esforzado e incitar
a vuestra raza débil
a derribar ese mundo artificial?

EL SABIO
Hay verdad en lo que dices…
¡Hemos comprendido qué veneno se oculta
en esos escritos! Por eso su lectura
está prohibida, a menos que se tenga
más de sesenta años y que, por supuesto,
uno sea hombre de ciencia.

ADÁN
¡Perfecto!
¿Pero los cuentos de hadas?
¿No pueden despertar ensoñaciones
en las infantiles almas?

EL SABIO
¡Seguramente!
Pero eso también lo hemos previsto:
¡Las nodrizas a los
niños tan sólo les hablan
de ecuaciones y teoremas!

ADÁN (aparte)
¡Ah, criminales, a los que ni siquiera
detiene el escrúpulo de arrancarle
a esa inocente edad
el tesoro de su corazón!

EL SABIO
Vayamos más allá.
Aquí puedes ver utensilios, armas
y objetos de arte. Y todo bien raro…
Esto, por ejemplo. Es un cañón.
Puedes descifrar unas palabras
grabadas en su cureña: Ultima ratio regum.
¿Qué significan? ¡Es algo carente de sentido!
Tampoco se sabe como funcionaba eso…
En cuanto a este objeto, era una espada:
se utilizaba para matar hombres.
Y a lo que parece, estaba permitido…
¡Y ese cuadro fue pintado a mano!
En él un hombre pasó muchos años
para representar una fábula huera…
En nuestros días es el sol el encargado
de fijarnos la imagen, y sin falsearla
por no sé qué prurito de ideal
que, finalmente, traiciona lo real.

ADÁN (aparte)
¿Pero en qué para el arte? ¿En qué el espíritu?

EL SABIO
Todos esos objetos están cubiertos
de adornos, puerilmente, sin una razón válida.
Una flor sobre un vaso, un arabesco
sobre una silla… ¡Puro tiempo perdido!
¿Era más fresca el agua en ese vaso?
¿Descansaba uno mejor en esa silla?
Hoy es la máquina la que fabrica esas cosas.
Las hace prácticas, simples, sin despilfarro…
Y estamos seguros de su perfección
puesto que el obrero que pone,
fuera no más un tornillo, es un especialista
que no hará otra cosa en toda su existencia
que poner tornillos…

ADÁN
Ése es el motivo por el cual
en ninguna obra salida de vuestras manos
arde la vida, una individualidad
que intentaría superar a su maestro.
¿En qué terreno la fuerza y el pensamiento
podrán probar que su esencia
les llega del cielo?
En ese mundo ordenado,
donde todo es metódico y sin calor,
está ausente la voluntad de combatir.
¿Qué peligros puede arrostrar un luchador?
¡Ya ni siquiera hay fieras!
¿De modo que también me engañé
igualmente con la Ciencia?
Ella debía, pensaba yo,
consumar la felicidad sobre la tierra,
en vez de lo cual no he hallado aquí
más que una aburrida escuela elemental.

EL SABIO
¡La fraternidad reina entre los hombres!
¡A nadie jamás le ha faltado nada!
Tus reflexiones son inadmisibles
y merecerían una sanción.

ADÁN
Antes dime qué fervor común
une a ese pueblo, y por qué ideal
todavía es capaz de inflamarse.

EL SABIO
Dar a cada cual de qué subsistir,
es ése el ideal que perseguimos,
cuando sobre este planeta el hombre apareció,
fue para éste una despensa.
Sólo tenía que extender la mano…
y todas sus necesidades estaban satisfechas.
De modo que vivió sin más desvelo por su futuro
que un gusano en un queso, perdiendo el tiempo
en desvaríos, en hipótesis
que lo pasmaban, que lo estimulaban.
Pero nosotros, que vemos derretirse el queso,
¿cómo dejaríamos de escatimar
si no queremos morirnos de hambre?
Dentro de cuatro mil años el sol será de hielo.
Entonces ninguna planta podrá nacer.
Para ese tiempo tendremos que inventar
nuevos soles. Creo que la Ciencia puede
aspirar a ello. Ya estamos pensando
que el agua, por catálisis, puede llegar a ser
una productora considerable de calor.
Estamos a dos dedos de descubrir
los últimos secretos dela vida orgánica…
Al grano, ¿y mis retortas? Por eso
las investigaciones que hago no tienen otro objeto.

LUCIFER
¡Muy viejo se ha puesto el hombre,
si tiene que recurrir a retortas
para crear un organismo viviente!
Admitamos que lo logres: ¿tu obra
podría ser otra cosa que un monstruo,
un pensamiento sin palabra, un amor sin objeto,
una contradicción a las leyes de la naturaleza,
un ser que no siendo ni parecido ni extraño
a cualquier otra cosa, no puede verdaderamente
vivir y no ser más que él mismo?
¿Quién le va a dar en el bocal
en que tú lo encierres,
apartado de toda influencia exterior,
un carácter, una vida consciente?

EL SABIO
¡Mira cómo eso se agita y brilla!
Mira esas formas que se hacen y deshacen:
afinidades, repulsiones… El fuego debajo,
dentro el vacío, y basta con ello:
Ese caos sufrirá mi voluntad.

LUCIFER
¡Ah, sabio me deslumbras!
Sin embargo, permíteme una pregunta:
¿Puedes hacer que, a tu antojo,
los cuerpos que se atraen
de ahora en adelante se repelen,
y que un buen día
dejen de repeler a sus contrarios?

EL SABIO
Tonta pregunta…
Hay las eternas leyes de la substancia…

LUCIFER
¡De acuerdo!
¿Mas sobre qué descansan esas leyes?

EL SABIO
¡Eh! ¡Es así!
¡Y bien lo estamos viendo por nuestra experiencia!

LUCIFER
Entonces, sabio, no eres más
que el fogonero de la naturaleza,
y todo el resto, ¡ella lo hace sin ti!

EL SABIO
¡La someto a mi imperio!
¡Soy yo quien la encierra y delimita!
¡Yo el que la saco de su noche misteriosa!

LUCIFER (escrutando la retorta)
Aún no veo signo alguno de vida…

EL SABIO
No se hará esperar mucho… Ten confianza:
He penetrado todos los secretos de las cosas,
he disecado cien veces la vida.

ADÁN
¿La vida?
¡Muertos es lo que siempre disecaste!
Pues la Ciencia no es más que una paticoja
que, como un poeta a sueldo de un rey,
va renqueando detrás de la experiencia.
¡Si bien puede comentar las hazañas:
no por ello puede predecirlas!

EL SABIO
¿A qué esa sorna? ¿No ves que bastaría
con una ínfima chispa
para obtener la vida de las cosas inertes?

ADÁN
¿Pero dónde irías a tomar esa chispa?

EL SABIO
¡No hay más que dar un paso!

ADÁN
Pero en tanto que ese paso no se dé,
¡nada será ejecutado ni entendido!
A lo sumo hemos podido penetrar
en el umbral del santuario…
Un solo paso y entraremos en éste…
¿Pero quién dará ese paso?
De la retorta sale una espesa humareda que la cubre por entero, luego se oye un ruido sordo y prolongado.

LA VOZ DEL ESPÍRITU DE LA TIERRA (en medio de la humareda)
¡Nadie jamás!
¡Esta retorta es para mí
demasiado estrecha y demasiado
grande a la vez! ¡Salud, Adán!
¡Tú sí me reconoces!
Entre estos hombres, ninguno sospecha
mi existencia.

ADÁN (al sabio)
¿No oyes al Espíritu?
Míralo flotar aquí… Hombre presuntuoso,
¿puedes luchar contra ese amo?

EL SABIO
¿Te has vuelto loco? Ah, me inquietas…
La retorta estalla en pedazos. Se dispersa la humareda.
¡Mi retorta! ¡Hay que empezar de nuevo!
Cada vez que voy a dar en el clavo,
una insignificancia viene y me torea:
un azar ciego y estúpido…

LUCIFER
¿Un azar?
¡Antaño se hubiera dicho el Destino!
Bajo sus golpes era menos infamante caer,
que hoy día ser víctima
de un protervo y minúsculo azar…
Se oye una campana.
¿Qué es eso?

EL SABIO
¡Fin del trabajo! ¡Descanso y paseo!
Los obreros dejan los campos, la fábrica.
Se va a castigar a los que lo merecen
y repartir los niños y las mujeres.
Vamos, es la hora. Esperan por mí.
Los hombres llegan en una larga procesión. Las mujeres forman otra. Algunas van acompañadas de niños. Eva está entre éstas. Los falansterianos se agrupan en círculo. Un viejo se coloca en el centro. Adán, Lucifer y el sabio permanecen en el umbral del museo-laboratorio.

EL VIEJO
¡Treinta!

LUTERO (saliendo de la fila)
Presente.

EL VIEJO
Una vez más,
has cargado en demasía la caldera.
Con tal de saciar tu malvada pasión
¡harás saltar el falansterio en pleno!

LUTERO
¡Eh! Cuando el fuego muge bravío,
se eleva, chisporrotea y busca con ardor
envolvernos en sus mil lenguas,
¿a quién no le gustaría enfrentársele
y atizarlo para avivar aún más
el gozo que se siente de ser su amo?
¿Qué sabes tú del fuego, de sus sortilegios,
tú que sólo lo ves debajo de las marmitas?

EL VIEJO
¡Vano discurso! Ayunarás esta noche.

LUTERO (volviendo a la fila)
Pues desde mañana volveré a empezar.

ADÁN
Conozco a ese hombre… ¡Era Lutero!

EL VIEJO
¡Doscientos nueve!

CASIO (saliendo de la fila)
Presente.

EL VIEJO
Te has peleado sin razón.
¡Y es la tercera vez!

CASIO (volviendo a la fila)
Tengo mis motivos, aunque los calle.
Si uno tiene brazos, hay que ser un cobarde
para recurrir a la ayuda de otro.
¿Acaso mi adversario era un enclenque?

EL VIEJO
¡No repliques! ¡Las formas perfectas
y nobles de tu cráneo contradicen empero
tus brutales inclinaciones! Mas tu corazón
es tumultuoso y bullente tu sangre.
Te curaremos hasta que te ablandes…
Casio vuelve a la fila.

ADÁN
¡Ah, Casio! Si me reconocieras…
A tu lado luchaba yo en Filipo…
¡Así que el orden deplorable, la teoría absurda
puede extraviar al hombre a tal extremo
que no soporte un corazón como el tuyo!

EL VIEJO
¡Cuatrocientos!

PLATÓN (saliendo de la fila)
Sí…

EL VIEJO
¡Siempre desvariando,
has dejado que se disperse tu rebaño!
Para enseñarte a que no descuides
la vigilancia,
¡te arrodillarás sobre unos guisantes!

PLATÓN (volviendo a la fila)
Aun sobre guisantes podría desvariar…

ADÁN
¡Ah, Platón, qué papel te ha asignado
la sociedad por que tanto clamabas!

EL VIEJO
¡Setenta y dos!

MIGUEL ÁNGEL (saliendo de la fila)
Soy yo.

EL VIEJO
Abandonaste tu lugar en el taller.

MIGUEL ÁNGEL
Ya no puedo más con todas esas patas de sillas
que me obligan a hacer,
expresamente rústicas.
Supliqué que al menos me permitan adornarlas,
mas no han querido.
Entonces he pedido hacer respaldos…
esto me hubiera cambiado un poco.
Pero me dijeron no otra vez.
He pensado que pararía en loco…
He ahí por qué dejé el taller.
(Vuelve a la fila. )

EL VIEJO
¡Ve a tu cuarto y en vez de disfrutar
de la tibieza del crepúsculo,
medita la regla!

ADÁN
¡No volver a crear!
¡Han encontrado para ti el más cruel suplicio,
oh Miguel Ángel!
¡Cuántos grandes espíritus, cuántas fuerzas vivas
aquí encuentro, como tú vejadas!
Uno combatió, antaño, junto a mí.
El otro encontró la muerte en el martirio.
Este otro sentíase muy estrecho en la tierra…
¡Y a todos, por el Estado los veo
reducidos a la uniformidad, desposeídos!
¡Vámonos! ¡Mi alma no puede más con todo esto!

EL VIEJO
En el día de hoy dos niños
han llegado a la edad
en que el cuidado materno es inútil.
Que los traigan a fin de que sean llevados
al Colectivo que debe acogerlos.
Eva y otra mujer se adelantan con sus hijos.

ADÁN
¡Oh, qué admirable, oh, qué deslumbrante aparición!
¿De modo que este mundo helado tiene su poesía?

LUCIFER
Pues bien, Adán,
¿ya no nos vamos?

ADÁN
Nos quedamos, e incluso
no nos moveremos de aquí.

EL VIEJO (al sabio)
Sabio, examina la forma de sus cabezas.
El sabio examina atentamente a los niños.

EVA
¿Qué será de mí sin mi hijo?

ADÁN (que sigue contemplando a Eva)
Y esa voz…

LUCIFER
¿Cómo podría gustarte una mujer
de un rango… digamos, vulgar?
Tú que fuiste el amante de Semíramis…

ADÁN
Aún no había visto ésta…

LUCIFER
¡Tonada sabida! Todos iguales, los enamorados…
¡Todos creen haber descubierto el amor
y que nadie supo amar antes que ellos!
¡Y decir que, desde hace milenios,
es así!

EL SABIO
Este niño será pastor;
y éste médico.

EL VIEJO
¡Que se los lleven!
¡Pronto!
Quieren separar a los niños de sus madres. Eva se opone.

EVA
¡No se atrevan! ¡Es mi hijo!
¿Quién osaría quitármelo?

EL VIEJO
¿Qué esperan? ¡He dicho que se los lleven!

EVA
¡Hijo mío! ¡Carne de mi carne!
¡Te he nutrido con mi leche y con mi sangre!
¿Qué fuerza puede romper este sagrado vínculo?
¿Tengo, hijo mío, que renunciar a ti?
¿Has de perderte por siempre jamás en la masa,
y, entre tantos seres todos parecidos,
habré yo de buscarte sin ninguna esperanza?

ADÁN
¡Si todavía algo respetáis,
no separéis al hijo de la madre!

EVA
¡Oh, bendito seas, generoso extranjero!

EL VIEJO
¡Juegas, extranjero, un juego peligroso!
Si dejásemos subsistir ese prejuicio
de la familia, veríamos a la Ciencia
muy pronto en bancarrota.

EVA
¡Qué importa la fría Ciencia!
¡Que se someta cuando habla la naturaleza!

EL VIEJO
¿Ya terminaron?

ADÁN
¡No toquéis al niño! ¡Allí veo un sable!…
¡Os voy a mostrar cómo me sirvo de él!

LUCIFER (cogiendo a Adán por un hombro)
¡Cálmate, fantasma,
bajo el peso fatídico de mi puño!
Adán parece paralizado.

EVA
¡Hijo mío!
Se desploma. Le quitan el hijo.

EL VIEJO
Estas mujeres están sin compañero.
Los que entre ellas quieran buscar compañía,
que se presenten.

ADÁN (señalando a Eva)
Ésa para mí.

EL VIEJO
Sabio, ¿qué dices a esto?

EL SABIO
Un hombre exaltado y una neurótica…
su descendencia será desmedrada.
¡Unión no conforme!

ADÁN
No renuncio a esta unión, si ella acepta.

EVA
¡Quiero ser tuya, hombre generoso!

ADÁN
Te amo, oh mujer, y mi corazón te pertenece.

EVA
Yo también te amo y para siempre.

EL SABIO
¡Qué locura! ¡Y cuán extraño resulta
que en este siglo luminoso el pasado
se nos aparezca así!
¿De dónde viene este espectro?

ADÁN
Del viejo jardín del Edén,
es una chispa tardía…

EL VIEJO
¡Y en verdad, deplorable!

ADÁN
En modo alguno queremos que se nos compadezca.
Esta locura es nuestra, y la amamos.
Vuestro sentido común no lo envidiamos.
Jamás hubo en la tierra algo más noble
y grande que esta locura.
Ninguna razón podría refrenarla.
Es el balbuceo de un dulce espíritu
llegado de lo alto a testimoniar que nuestra alma
es hermana de la suya
y que con él, lejos de este suelo vil,
su vía sublime busca.
(Se abraza a Eva.)

EL VIEJO
¡Basta con eso!
¡Que los lleven al manicomio!

LUCIFER
Se impone obrar pronto…
¡Adán, huyamos!
Desaparecen bajo tierra.


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